Compartimos el artículo de Nereida González, CAIA y analista del área de Tesorería de Caja Rural de Asturias, titulado publicado recientemente en La Nueva España.
“Dicen que una maratón se hace realmente dura a partir del kilómetro 35. Es el momento en el que el cansancio ya se acumula y el final se intuye, pero quedan siete kilómetros hasta la meta. La gestión de esos últimos kilómetros es clave para conseguir el objetivo: el esfuerzo tiene que ser el justo para llegar al final y no acabar demasiado pronto con una energía que ya es escasa.
El Banco Central Europeo (BCE) lleva inmerso un año en esos últimos kilómetros (que ellos mismos llaman «la última milla») para conseguir su meta: que la inflación se sitúe por debajo, pero cerca, del 2%. ¿Qué significa esto para las empresas?
La reciente decisión del Consejo de Gobierno del BCE, presidido por Christine Lagarde, de reducir por tercera vez este año los tipos de interés en 25 puntos básicos deja entrever que estamos más cerca del objetivo. La inflación subyacente del área euro en septiembre se situó en el 2,7% frente al 5,7% de máximo observada en marzo de 2023, lo que llevó a un cambio de discurso de los miembros del BCE. Los riesgos sobre la inflación parecen estar equilibrados: la probabilidad de que la inflación ceda por debajo del objetivo del BCE es la misma de que se mantenga por encima. Y esto sólo quiere decir una cosa: los tipos de interés deben bajar, reduciendo de manera gradual el tensionamiento de política monetaria que ha predominado desde 2022. La dirección está clara, la duda puede estar en el ritmo.
La última milla de inflación, al igual que los últimos kilómetros de una maratón, debe gestionarse de manera óptima: una reducción demasiado rápida de los tipos de interés puede impedir que alcancemos la meta, pero el agotamiento, en la actividad en este caso, se acumula y apremia la ejecución de esas bajadas.
Las buenas cifras de PIB en España (0,8% trimestral en el 2T24), impulsadas por el sector exterior, esconden una desaceleración del consumo de las familias (por el repunte de la inflación) y de la inversión empresarial (por el incremento de los tipos de interés). Al igual que el maratonista que vislumbra a lo lejos la línea de meta, el final de las tasas de inflación y los tipos de interés elevados, también se ve cada vez más cerca. Pronto las familias recuperarán algo de aliento por el menor ritmo de subida de los precios y las empresas, motor de la economía interna, podrán retomar sus planes de inversión y aprovechar unos tipos de interés más atractivos.”
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